La vida de Comunidad no es una idea nueva para la humanidad. A través de nuestra historia en muchas culturas, religiones, creencias y caminos espirituales, algunos individuos escogieron vivir algún tipo de vida de comunidad como respuesta, entre otras cosas, a la necesidad de desarrollar la relación.
Los conventos y monasterios de la edad media mantuvieron corriente el aprendizaje y el desarrollo intelectual. Siempre a la vanguardia, sus reglas y métodos de vida regularon y reforzaron circunstancias de vida para mejorar la relación. Una regla específicamente restringía el uso de armas en la habitación, de esta forma cada monje o monja tenía que aprender a confiar en sus compañeros o compañeras.
Los monjes y monjas que siguieron a Buddha se agruparon en comunidades. Allí experimentaron no solamente estados meditativos sino también bases para las relaciones humanas, compartiendo recursos materiales y alimentos fuera del círculo familiar.
El trabajo de las relaciones humanas no es menos intimidante en la actualidad. La globalización mundial nos lleva a unirnos y a acercarnos más. La tarea de llevarnos bien y resolver conflictos se vuelve una tarea que nos afecta a todos. Las personas nos hemos dado cuenta del desafío de aprender a relacionarse y estamos trabajando de muchas formas en las áreas más variadas, la familia, la escuela, el trabajo, los vecindarios y así también en las Comunidades.
Vivir en Comunidad nos invita a aceptar este desafío y a trabajar en forma continua y sistemática. En Comunidad no hay manera de ignorarlo, porque vivimos, trabajamos, estudiamos y nos desenvolvemos juntos, todo el tiempo y todos los días; aun más, nos empeñamos en mejorar nuestras relaciones.
El trabajo en el mejoramiento de las relaciones humanas es un proceso cuyo significado se extiende a todos los aspectos de la vida. Esto incluye tanto las horas difíciles como los momentos en que todo fluye con facilidad. No esperamos que haya tiempos sin conflictos; lo que sí vemos es que estos son oportunidades que tenemos para desenvolvernos y nos ayudan a acercarnos más unos a otros. Los conflictos nos ayudan a conocernos mejor y a descubrir en qué parte de nosotros mismos tenemos que trabajar principalmente. La forma en que nos relacionamos con los conflictos y cómo los solucionamos se vuelve un proceso de aprendizaje que ayuda a desenvolvernos como seres humanos.
Vivir en Comunidad nos da la oportunidad de aprender a desarrollar nuestras posibilidades.
La vida de comunidad nos ayuda a reconocer que somos parte de un todo, y que mi contribución diaria tiene un efecto en el todo. De esta manera yo aprendo a relacionarme. Me dispongo a cambiar, a expandir mi capacidad de comprensión y a vivir con más armonía.
Los seres humanos en numerosos aspectos, en todos los frentes, alrededor del mundo, tienen un mismo desafío: vivir juntos como una unidad, en armonía y en paz.
El ser humano solo crece cuando vive en comunidad, busca ser parte de una para crecer.
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